Sin que siquiera lo sepas,
alevosa es tu belleza
al permitirme admirarla,
cual obscena desnudez
en un claustro de obediencia.
Sin yo poder inculparla,
ocultarla es tu deber
para evitar procurarme
aquellas ansias y ver
que te metes en mi alma.
Como lucero del alba,
inalcanzable como el sol
o alguna estrella lejana.
Y todo lo que puedo hacer,
es mirar por mi ventana.
Alevosa es tu belleza
al permitirme admirarla...
(Y si me enamoro,
entonces será culpable
y habrá que condenarla)