Inquieto un curioso colibrí,
acaricia los pétalos de un delicado
brote floral
y, mientras se va humedeciendo
con el oloroso rocío matinal,
sediento succiona, bebe y va explorando
y, mientras se va humedeciendo
con el oloroso rocío matinal,
sediento succiona, bebe y va explorando
las precoces singularidades del capullo,
hurgando entre sus sinuosas
formas.
Hasta que basta apenas un tenue frote,
un leve, suave y casi imperceptible roce,
para transformar el interior del sutil botón primoroso
en una tempestad: se estremece y estalla
en millares de fascinantes gotitas de placenteros colores
que se esparcen pletóricas por toda la suave pradera...
Hasta que basta apenas un tenue frote,
un leve, suave y casi imperceptible roce,
para transformar el interior del sutil botón primoroso
en una tempestad: se estremece y estalla
en millares de fascinantes gotitas de placenteros colores
que se esparcen pletóricas por toda la suave pradera...
(El sexo no es más que el deseo de la
vida por abrirse camino,
aunque a veces no sea más que a
través de la libidinosa magia
que permite la ilimitada
imaginación...)