Agua salobre emanada
desde un río torrentoso,
acumulado en mis tristes ojos
vacíos de ti.
Un bandoneón lejano
llora una amarga
melodía
que se mete
en mi corazón
destrozado
y lleno de melancolía.
Patético tango
tormentoso
que reitera mi propia
historia
en unos versos
que retuercen mi alma,
la que no cesa
de reclamar tu
presencia.
La voz pastosa con
tufo añejo
de tango arrabalero y
proleta:
se cuela hasta mis
huesos
y va raspando como una
lija
mi herida siempre
abierta.
Duele. Y el dolor que
más duele
no es por el desgarro
de piel
o por el daño del
cuerpo,
sino que duele
porque invoca tu
recuerdo
y no tiene remedio,
pues me hiere
también cuando te
sueño,
duele y duele tanto
de tanto que te
extraño.
No puedo soportar
tu ausencia…
…Tu eterna ausencia…
Y aunque pasen los
años
no te olvido.
Estás tatuada
a fuego en mi ser.
¿Por qué será
imposible
devolver atrás el
tiempo?.
¿Por qué me quedé sin
tus besos?.
Fui tan feliz hasta
que te fuiste,
Espero que allá, como
yo,
también me extrañes
y me recuerdes.
Tu prematura ida me
dolerá
por siempre,
hasta mi muerte…
¡ quizás te encuentre
entonces !
……………………………………
La tuya fue de
repente.
Culpa de la furia
de mis enfermizos
celos…
¿Me habrás
perdonado?...
Apagó tu vida el
oscuro velo
que cegó mi cordura
aquella caliente noche
de enero.
Desde entonces “vivo”
en un agujero
oscuro y profundo
donde a veces llega
algo de luz
contigo, con tu
imagen,
en un recuerdo
que ilumina
mi corroído
pensamiento…
Sí, con algún
recuerdo tuyo
triturando una chispa
de razón,
logro asirte un
poquito,
hasta mi perdido
corazón
que ya casi no late,
pues no vive
sino que sólo
perdura..
Mientras mi memoria
me tortura,
con ese maldito tango
que socava mi cordura,
porque no para,
nunca para
y para siempre dura,
que a propósito me enllaga
con su música tosca y
lloriqueada,
de letra sencilla y
burda
que inspira pena,
fácil llanto
de tristeza
y nostalgia ajena
...Y que me hace
recordar
que yo no puedo ya
tenerte.
aunque aún espero,
en vano desde luego,
tu regreso…
Fue inútil y tardío
mi arrepentimiento
Y sí, te digo que te
amaba,
y te juro no te
miento:
aún te amo.
Partiste y desde
entonces,
he quedado tan perdido
y desolado,
A pesar de mis ruegos
no volverás jamás.
Como duele el
sufrimiento.
Y ese tango me apuñala
el alma con sus versos
y no cesa de tocar.
Me cuenta con su letra
de poesía barata
el mismo dramático
final
que ya conozco.
Y el río de agua
salobre
al brotar en torrente
por mis ojos gastados
de llorarte,
de buscarte,
lágrimas que profundas
grietas
en mi rostro han
cavado.
Surcos vastos
donde yace el tiempo
contando años, siglos
de sufrimiento
nefasto.
Y ya ni me reconozco.
Aquel del espejo
no soy yo:
ese reflejo
devuelve una imagen
perturbada…
Sé que un día tomaré
coraje
y también me iré
en ese viaje
en que no he de
retornar,
quizás para
acompañarte.
Pero, tengo miedo:
¿me habrás perdonado?
Insiste ese triste
tango
y me revuelve en el
fango
de mi propia iniquidad
y unos de estos días
mi conciencia fría
no soportará…
Tu recuerdo es dulce
y a veces amargo,
pero muy triste
con ese tango
golpeando incesante
mis canosas sienes,
pero igual, aunque no
duerma
y me duela,
me gusta tanto
recordarte…
para siempre
recordarte
es mi castigo y mi
premio
al mismo tiempo.
Fundida a mi cerebro
así, dentro de mi te
siento…
¡ Pero, aquel maldito
tango,
que me pasa torturando
!
¡ Hasta cuando
debo escucharlo !
¿ O es que siempre
sonará
dentro de mi mente,
enferma,
de tu ausencia,
enferma,
por ya no tenerte ?…
Me persigue ese
malditango
en mi cabeza
y me recuerda lo que
hice.
Y es una tortura permanente,
que
no cesa.
Nunca cesa...