Amorfas
sombras agazapadas y tortuosas
se
despliegan como silenciosas ánimas
por los
sórdidos muros.
Reptan por
la penumbra,
que ofrece
el necesario anonimato
en aquel
entorno impuro.
La luz roja
de la puerta de entrada
es el signo, un faro que guía
e invita pasar
ahí un buen rato.
En aquella
casa de oscura fachada,
a las
afueras del pueblo ubicada.
El lugar
tiene su reconocida reputación,
por eso que
ser una sombra más, es mejor.
La música,
que emana del interior,
es alegre y
chabacana, aunque él ni la escucha.
Sólo quiere
verla a ella lo antes posible.
Sube raudo
al nivel superior,
sabe en
donde encontrarla.
Ella, sabe
quien es él y sabe que va…
Es el día en
que lo hace siempre.
Él, no tiene
dudas que lo espera.
Hoy fue el
día de pago…
A pesar que
se ha dado un largo baño de tina
y con agua
caliente aromatizada
y, además,
luego del baño, abundante perfume;
pero aún así
lleva, para siempre,
consigo una
parte de la mina:
restos de
rocas y polvo en su áspera piel curtida.
Son como el
“aurea” que forma parte de él…
La puerta
del cuarto semi abierta
indica que
lo está esperando como siempre
y, ella
sobre la cama fumando,
también como
siempre.
Él espera
ansioso oler su hermosa piel,
tersa aún y,
tan suavecita.
Es tan bella
y lo espera sonriente.
Sabe que no
es precisamente por él.
Pero bueno,
es parte del trato no escrito.
Es linda…
tan linda…
Se inclina
sobre ella, su cercanía es un agrado,
aunque con
su boca pintada de un intenso rojo
suelta una
bocanada de humo.
Ya está tan
cerca de su boca.
Tanto que ha
esperado ese momento…
y ahora está
a un beso de ella…
Sí, se queda
a punto de un beso de distancia
y se
detiene… muy cerca de su boca…
sí, se
detiene porque está a punto de disfrutar
de su
sensual boca carmesí
y, desea
eternizar ese instante.
Quiere
hacerlo un acto de conciencia
casi un acto
contemplativo,
metafísico,
glorioso y solidificar el tiempo.
Que todos
los demás eventos del universo
se diluyan y
sólo permanezca,
excluyentemente,
la esencia de ese beso.
De ese tan
esperado beso…
…Sí, por
supuesto, es claro que seguirá
después
hasta el final,
en que se
funde hasta el juicio,
en donde se
tritura el tiempo y el espacio
y acaban
derramándose
hacia la
imperturbable serenidad
del ya
maculado nido…
olvidándose
del cansancio
que a veces
lo aplasta…
y es que
ella lo hace percibir lo tenue,
lo
abstracto, lo mágico, lo volátil
para
destilar lo tosco y corpóreo
como un
fugaz deseo sutil…
Pero, no es
el motivo principal
de su visita
a aquel dudoso lugar,
pues es con
el primer beso…
síii, con
aquel ansiado beso
--la chispa
con que se inicia todo aquello—
todo aquello
que lo hace sentir…
aquello
inexplicable,
aquello tan
grato,
que lo hace
sentir taaan feliiiiz…
Sí, pero es
aquella pausa…esa promesa de beso,
que se hace
eterna…
para luego
hacerse realidad
y tangible
en el primer beso.
Eso es lo
que lo hace volver ahí
una y otra
vez…