Hoy,
pintado de tiempo
su pelo con nieve
ya ha sido cubierto
y fue tan dorado
al amanecer,
cuando se empinaba
el sol tempranero,
con sus hebras de oro
que solían bailar
con la suave brisa
o al compás del viento.
Un susurro de bosque
acostumbraba a llevar
el rico frescor
de su dulce aliento.
Pinceladas de mar
con rocío de cielo
y algunas estrellas,
decoraban el brillo
de sus ojos tiernos.
Eran esa luz
que guiaba mis pasos
por los recovecos
de todos mis sueños.
Es inevitable, pues
nada es eterno,
hoy su cuerpo ajado
no quiere mostrar
sus surcos resecos.
Aún así la amo:
su alma está intacta,
al igual que el amor
que por ella siento.
Es inevitable, pues
todo mi ser
siente que la ama,
aunque mi corazón
late hoy más lento…
Me encanta mirarla
mas, si se duerme,
su respiración
es la melodía
que cierra mis ojos,
cuando el sueño…
a mí también...
...me envuelve…