Te fuiste.
Y se quedó tu ausencia.
Que llenó mi vida sin ti.
La que, invasiva, inundó todo.
Devorándolo.
Ausencia que purgó el amor
y la dicha de mi
vida.
Aunque también te acercó a mi corazón,
que se había olvidado que te amaba,
y lo que es peor:
se había olvidado de amarte.
Te fuiste y me dejaste
tu pálida y profunda ausencia.
tu pálida y profunda ausencia.
Ausencia que me dejó evocarte.
Ausencia que me permitió recordarte.
Pues, te reemplacé por recuerdos.
Por mis recuerdos de ti.
Y los que antes de
ser olvidados,
fueron recuperados, de prisa, por mi mente
para llenar el vacío que dejaste.
Para expulsar la sombra que dejaste vagando
sobre la soledad de mi cama fría.
Pero sin aún lograrlo.
Soy esa sombra oscura todavía,
bajo el triste manto de tu ausencia. De tu pálida y profunda ausencia.