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miércoles, 10 de octubre de 2012

Caballos (Realizados con Paint por Britorm)

Pegaso en un Vórtice de Fuego

Pegaso en la Penumbra
Caballo

Potro


Kbza Metálica de Kbllo

Kbllo
Alazán
Kbllo n Krrra

Unicornio
Potro Blanco

Unicornio
Unicornio

martes, 9 de octubre de 2012

Alevosa Belleza

Sin que siquiera lo sepas,
alevosa es tu belleza
al permitirme admirarla,
cual obscena desnudez
en un claustro de obediencia.

Sin yo poder inculparla,

ocultarla es tu deber
para evitar procurarme
aquellas ansias y ver
que te metes en mi alma.

Como lucero del alba,

inalcanzable como el sol
o alguna estrella lejana.
Y todo lo que puedo hacer,
es mirar por mi ventana.

Alevosa es tu belleza

al permitirme admirarla...
(Y si me enamoro,
entonces será culpable
y habrá que condenarla)




lunes, 1 de octubre de 2012

Nada (Recomendado: quizás lo mejor que he escrito)
















viernes, 28 de septiembre de 2012

El Cormorán, El Pirata y El Loro

Un cormorán lastimado,
por un malvado pirata,
para que fuera mascota
el muy truhán lo ha atrapado,
dejándole un ala rota
con el balazo que le ha dado.
De un lado el viejo era cojo
y con vaivén caminaba
y, miraba de reojo,
mientras su pipa fumaba.
Tenía un parche negro en un ojo
y un garfio en vez de una mano
y, en vez de una pierna entera
tenía una pata de palo.
Al ave, en su hombro izquierdo
se subiera, le exigía
bien cerca de su "ojo malo",
que con aquel parche negro
siempre tenía tapado.
Que ahí estuviera parada
el pirata pretendía,
para que así le avisara
lo que estuviera ocurriendo
por el lado que no veía.
Puesto que su ojo izquierdo
hace tiempo le faltaba
(desde que lo dejaron tuerto
de una alevosa estocada).
Él además había perdido
-en otra ocasión ya olvidada-
junto a su mano derecha
algo más de media pierna,
cuando quedó medio muerto
al caer malherido
en medio de una contienda.
Aunque estaba confundido,
porque no estaba seguro
en dónde y qué, le había ocurrido
cuando aún era un mozuelo:
si es que fue en una taberna,
o tal vez en algún duelo
o en un callejón oscuro
le pegaron en el suelo,
o sufrió un artero embate
en una solitaria playa,
o quizás en algún combate,
o en una de tantas batallas
en que había participado.
pues, ni siquiera se acordaba
de lo que le había pasado.
El asunto es que el ave aquella
a la tarea se rehusaba.
El cormorán atrapado,
se encomendó a las estrellas
y, le dijo a aquel canalla:
--“Tú en vez de un viejo pirata,
más bien pareces un tarado.
No más que un tonto corsario
acostumbrado a las ratas.
O es que tú acaso no sabes,
que yo no nací para esclavo.
Mejor búscate un canario
o una de esas otras aves,
que repiten lo que dices
aunque sean nimiedades.
Aquí en el Caribe abundan,
son aves muy habituales
y fáciles de encontrar
en las selvas tropicales.
Atrapa uno de esos pájaros,
que esos, para eso están.
A mí me dejas tranquilo,
a mí me dejas en paz,
yo soy libre como el viento
y no necesito de un dueño,
ver el mundo es mi sueño
y aquí no me voy a quedar.
A mí tú me dejas libre.
A mí déjame volar.
Cuando me cure del ala,
yo me iré de este lugar.
Para mí más que mi vida,
vale más mi libertad.
Pero si tú no quieres
o no tienes voluntad,
de que un tiempo aquí me quede
para poderme sanar,
del ala que me has herido
al atraparme, villano,
si de aquí no salgo sano
o no puedo volar de nuevo
por el cielo y sobre el mar,
prefiero morir luchando
por salvar mi libertad.
Por eso, si no estás de acuerdo
y, veo que no lo estás.
Entonces me voy ahora,
aunque no pueda volar
y tampoco pueda nadar,
yo me voy con mi ala rota
y me voy así nomás.”
Y al terminar de decirlo,
a todos dejó perplejos,
tanto a los que estaban cerca
como a los que estaban lejos,
porque se tiró por la borda
del barco de aquel bandido,
quien no le vio ni la sombra
por estar muy sorprendido,
tampoco lo pudo agarrar
con el garfio que le estorba.
Cayó al agua el malherido,
al agua del ancho mar,
que estaba tibia y agradable
como casi siempre ahí suele estar.
A pesar de las buenas condiciones,
no apareció de nuevo
y no se le volvió a ver más…
En su fe, una gaviota
mientras volaba por el cielo,
se puso a rezar devota
por el pobre cormorán.
De color verde azulado
un loro que por ahí pasaba,
se había quedado parado
sobre el mástil mayor
(aquel de la vela principal)
el que lleva la negra bandera
flameando con la calavera
entre los huesos cruzados;
justo al centro ubicado
del viejo barco pirata,
de ese cruel capitán.
El loro había sido testigo
de todo lo que le había dicho
el valiente cormorán.
Se dirigió el avecilla
a aquel tipo despreciable,
tan sumisa que se humilla
a quien con nadie fue amable
y, le dijo: --“Capitán,
a mi con un poco de agua
y si me aseguras el pan
y yo seré tu mascota,
sin que me tengas que querer
y tampoco que pagar.
Además, que yo al ser un loro
pues, soy mucho más pequeño
para hallar algún tesoro
ya sea que esté perdido
en una isla de ensueño,
o entre torrentes torcidos
de ríos y laberintos,
en una montaña o un cerro,
o quizás en un barco hundido,
o en una caverna oscura
en que se encuentre escondido,
en lo más alto de un risco,
o entre las rocas o las dunas,
o en algún viejo calabozo,
o en la espesura de la selva
cubierto por la neblina,
o al fondo de un profundo pozo, 
o bajo la densa niebla
a los pies de una colina,
o en medio de algún pantano
con matorrales de espinas,
o bien debajo de escombros
de tantas antiguas ruinas.
Y también, yo soy mucho más liviano
para quedarme en tu hombro
o para posarme en tu mano.
Yo estaré siempre atento,
todo el día ahí parado,
con los ojos bien abiertos
y para lo que quiera mi amo.
Porque aquí donde me ven
y, crean que no soy gran cosa,
o me miren con desdén
o para navegar en esta nave
yo no tengo un buen nivel,
o que en las tempestades
yo me acobardaré.
A quién esa duda le cabe,
le diré por esta vez:
un lindo plumaje yo visto,
el cual me queda muy bien
y además, también soy listo.
Porque aunque algunos lo duden
y otros cuantos no lo crean,
tengo mérito suficiente,
pues, soy un marinero a ultranza
con un corazón valiente,
en el mar estoy en mi salsa
y sé manejar las velas
juntos con los aparejos.
El cansancio no me gana
y nunca de algo me quejo.
Por favor no se equivoque,
que hasta he sido mercenario
en algún momento de mi vida
y, les he ganado a varios
con apenas un estoque.
Quienes piensen lo contrario
de inmediato que lo digan.
Si su tutela yo prefiero
es porque los desafíos me gustan
y me impongo disciplina.
Sepan bien y lo reitero,
yo no soy ningún pajarucho
y no tengo nada de bobo
y, aunque hablo sin que me lo pidan,
siempre estoy al tanto de todo.
Algunos dicen que hablo mucho
y que parezco un cotorro,
porque yo nunca me callo
y hablo hasta por los codos.
Pero le puedo asegurar,
que como en nadie,
en mí podrá confiar.
Mi caballero sepa bien
que yo no lo delataré,
ni aunque a mí me torturen
con una feroz tunda
o me tengan de rehén
y me quisieran matar.
Aún así seré una tumba
nada me podrán sacar
y sus secretos conmigo
bien guardados estarán.
Es por eso que le juro
y, pongo a Dios por testigo,
puede estar bien seguro
que yo no le fallaré.
Yo soy un pájaro duro
y mucho puedo aguantar.
Sepa usted, ¡¡oh gran maestro!!
que yo soy un ave muy noble
y aunque quizás le parezco
que yo soy algo debilucho,
pero aguanto más que el doble
de lo que soportan muchos.
Y le defenderé con mi vida
si la situación lo amerita
y, si fuera menester
yo curaré sus heridas
o le daré la comida
o el agua si tiene sed.
Y miraré hacia el lado
que tú no puedas mirar.
estaré sobre tu hombro
y seré más que tu ojo,
que ya no te va a faltar.
También cuando tú estés sólo
o tú te sientas fatal,
yo siempre estaré a tu lado
y te voy acompañar.
Te repito, seré tu amigo
y podrás contar conmigo
para lo que tú quieras,
sin importar lo que sea,
por imposible que parezca,
yo por ti lo haré igual:
yo buscaré la manera
de que la meta se cumpla
o la misión encomendada
llegue a un buen puerto final.
Y te contaré en el oído
si alguien de ti se burla
o si alguien de ti habla mal.
Te diré quienes son tus enemigos
o si te quieren traicionar,
que si planean un motín
o si te quieren robar
alguna parte del botín.
Seré como un perro fiel,
te seré siempre leal
y entenderé si alguna vez,
tú debes ser algo cruel
y me tienes que pegar.
Te serviré como amigo
o si quieres como esclavo,
hasta que llegue el final:
ya sea que yo me muera
o que a ti te trague el mar.”
Dicho esto, el pajarraco,
volando empezó a rondar
alrededor del bellaco.
Quien hasta se olvidó del ingrato,
aquel que se tiró al mar
(el que saltó por la borda
para evitarse el maltrato,
se sacrificó con creces
pues, aunque estaba malherido
y no se podría salvar,
prefirió ser comida de peces
antes que dejarse avasallar
y someterse a los caprichos
de aquel viejo capitán)
Cuando terminó de parlotear
aquella ave sus dichos,
le parecieron sinceros
al pirata fanfarrón
y, escupiendo en la cubierta,
le hizo un gesto a un marinero,
(quien apoyado en un rincón,
contemplaba con la boca abierta
toda la conversación
de aquella pequeña ave).
Y para que nadie le oyera,
le hizo unas señas en clave,
con las cuales le mandó:
que al instante le trajera
-del baúl del bodeguero-
una botella de ron
(con etiqueta de cuero,
de esas que siempre guardaba
para una buena ocasión).
Y ésta por supuesto que lo era
pues quería celebrar
a aquel loro parlador.
Y esbozando una sonrisa
lo miraba complacido.
Es que el parlante pajarillo
le pareció divertido
pero, también bastante pillo
para servirle de ayudante.
La leve y mordaz sonrisa
se transformó de repente
en una ruidosa risa
que con descaro soltara,
mostrando todos sus dientes
(aunque varios le faltaban)
y se le escapaba el humo,
por la estruendosa carcajada,
que a mandíbula batiente
de reírse no paraba.
Mientras el loro expectante
por encima de él volaba.
Con la mano faltante,
de pronto el capitán,
que continuaba riendo,
le dirigió un ademán,
indicándole el hombro izquierdo
con el garfio de metal.
Y antes de que la risa
siquiera hubiese acabado,
se acercó el loro de prisa
y al hombro señalado,
de un brinco, se fue a parar…
Desde entonces que en el Caribe
cormoranes ya no hay,
pues de allí se fueron todos
-como señal de protesta-
y no volvieron jamás.
Asimismo un pirata,
uno que se precie de tal,
en su hombro lleva un loro
y un parche negro en un ojo,
cualquiera sea, da igual,
aunque éste no le falle.
Un garfio en vez de una mano,
él también debe de usar,
la cosa es verse bien malo
para que le tengan miedo.
Y, si le acompaña la suerte,
el terror poder sembrar.
Además de una pata de palo,
una que suene bien fuerte,
cuando se ponga cojear.



lunes, 24 de septiembre de 2012

Capullo

En la tenue luz que refleja
tu terso rostro levemente sonrojado,
se asoma tu fresco candor
de capullo de flor silvestre
que recién brota a la vida,
alzando el vuelo
y revelando el inicio
de tu despertar primaveral.
En tus bellos ojos
se quedó dormido un claro de cielo
y tu tierna mirada,
revela la inocente majestuosidad
de tu alma pura
inmersa en tu cuerpo lozano.
Las estrellas burbujeando, chispeantes
se esparcen en el manto oscuro del firmamento
y la noche se enciende
con sus diminutos destellos palpitantes.
La luna llena aparece furtiva
detrás de un monte  
para contemplar ansiosa
y delatar nuestra rural intimidad.
Jugueteando, como niños inquietos,
revolotean las luciérnagas
entre los arboles imperturbables
del perfumado bosque
y, emulan en la tierra,
a las estrellas lejanas,
dándonos unas gotitas
de rocío luminoso.
La suave brisa nos deleita con aromas
a frutas, a verdor, a pastizales, a yerbas,
a esencias arbóreas, a flores, a frescura ( a ti ).
Tu sonrisa fabulosa se abre plena,
brota perfecta de tu boca en flor.
Por donde emerge un beso.
Un beso revoltoso.
Un beso radiante de alegría
y de amor gigante.
Amor que germinó
a partir de una pequeña semilla originaria
que trajo deseoso el viento
y se diseminó en la tierra fértil,
en donde creció hasta ser un botón
primoroso y delicado.
Y esperó pacientemente
su actual madurez óptima.
Y muy pronto estallará jubiloso
en un cúmulo de fragancias
sublimes y deliciosas…
Y sí, te amo.
Y si te amo es porque eres magnífica.
TE AMO.
Cómo no amarte,
si eres mi capullo espléndido
a punto de explosionar
Y entonces serás toda para mí.
Tan sólo para mí.
Porque yo estoy aquí expectante,
acechando aquel rico tesoro,
como un oportunista,
ávido, egoísta y codicioso.
Un tramposo y vil  truhán
que espera agazapado, furtivo,
el grandioso maná del cielo...
...Y al fin, como el elegido,
recibo el codiciado premio…
Resulta tan exquisito como el néctar
que emanaba etéreo de tu boca en flor.
Y disfruto de tu suave y dulce elixir.
porque tu amor también se manifiesta a través de tus besos
sinceros, cálidos y traviesos.
Besos de ensueño.
Y yo recibiendo con enajenada gula
tu primor, tu manjar, tu ambrosía.
Tu instinto primario fluyendo intuitivo,
denota la magistral naturaleza,
permitiendo que sepas
lo que nadie te ha enseñado.
Me esculpes con tus labios llenos de besos,
con tus manos llenas de caricias.
Me dibujas con ellos y con toda tú.
Mientras mis ojos obsesivos ni parpadean
para no perderse detalles de ti.
Cuando me entregas tu amor generoso,
fresco, impetuoso e imperecedero.
Mi corazón palpitante se nutre de tu amor.
Y yo estoy vehemente, arrebatado.
Todo en mi es sumergido en el infinito.
De pronto, me desbordo: 
mi mente extasiada se aletarga
y cae en fase transiente,
queda sometida como en una profunda meditación,
en estado alfa, en estado de trascendencia,
conectada al universo.
Irrumpe y me rebasa una sublime 
e inefable sensación mística,
corpoespiritual, cósmica.
La que me llena y me vacía.
Deslumbrado, como en un vaivén,
me desdoblo y perturbado me veo en ti.
me pierdo y me encuentro en ti,
me voy y me vengo en ti.
El universo entero está en ti...eres tú…
Todo se sacude, vibra, colapsa y me hago trizas…
Me quiebro como un recipiente de frágil cristal.
Entonces, se derraman millares de estrellas vertiginosas
que se esparcen sigilosas dentro de tu fuente vital
y se siembran en tu nido propicio.
Un tumulto de destellos titilan
fuera de mí y dentro de ti.
Semejante a las lucecitas brillantes
que aparecen cuando la arena de una playa          
es arrastrada por el agua salada,
vestida de blanca espuma de mar
y, adornada con reflejos
de dorados rayos luminosos.
Y todas esas lucecitas quieren ser soles…
Mientras un par de somnolientas miradas
penetran hacia el vacío del cosmos...
Eras mi capullo formidable
y ahora eres la gloriosa flor del gozo,  
que promete felicidad para siempre…