Miré tras el vidrio opaco
justo cuando una luz dorada,
atravesó mi ventana
y te cubrió con su manto.
Apenas pude creerlo
cuando te vi iluminada
y a tu cuerpo, aquel encanto,
pareció desvanecerlo.
Es que anoche bajó la luna
y se posó en tu mirada
y, ahí se quedó dormida
mientras tus ojos cerrabas.
Tuviste sueños felices,
soñaste con cuentos de hadas.
Y en ellos yo fui el artífice,
quien tu tierno amor conquistara.
Abriste tus ojos bellos,
cuando llegó la mañana,
la luna subió hasta el cielo
y ya, no te acordaste de nada…