Susurro --“te amo”-- cerca de tu boca.
Y cierras tus ojos como una devota.
Repito –“te amo”-- mi niña mimosa.
Y un diluvio cabe dentro de una gota.
Que se escurre suave por tu piel de Diosa.
Sueltas tu pelo de rayos dorados.
Vuelas por el cielo que aparece calmado.
Y tú tan ansiosa como flor del llano.
Me abres tus alas tal cual mariposa.
Me muestras en pleno tu cuerpo precioso.
Vestido de viento, algo tembloroso.
Te elevas por el aire hasta el firmamento.
Eres como un trueno, una estrella fugaz
Que entre mis manos te fundes aún más.
Subes centelleante y vuelves a bajar.
Me besas un poco y vuelves a volar.
Ardes como brasas allá en el cenit.
Como un sol que abrasa te vuelves a venir.
Y es de terciopelo tu calor sin fin.
Tú me acaricias con rocío de mar.
Cuando te conjugas con el verbo amar.
Tu cuerpo es la luz que me muestra un sueño.
Me haces tan feliz si me haces tu dueño.
Con todo lo bello que hay dentro de ti.
Y me entregas el cielo en el que estás tú.
Aunque sea invierno siempre tan azul.
Tu voz es el eco que irrumpe en silencio.
Y derrite el hielo de antiguos recuerdos.
En mí has vertido el calor de tu piel.
El frío no existe está todo bien.
Tu cuerpo radiante, es algo real.
Parece soñado porque es sin igual.
Es suave y etéreo, es tan fascinante.
Tal parece fuego que quema al instante.
Y yo ya no puedo dejar de mirarte.
Mis ojos se pierden entre tus detalles.
Deleitados por los gestos de tan bello rostro.
Quedo trastornado todo es majestuoso.
Erguidos tus montes y fabulosos valles.
Vestidos de seda y en llamas tus volcanes.
Llanura es tu vientre, valle que engalana.
Al sol que se yergue en cada mañana.
De noche se pone la luna plateada.
Derrama su nieve sobre tu piel delicada.
Y tus carmíneos labios suaves como nácar.
Ofrecen sus besos que atesora mi alma.
En medio del bosque se encuentra tu huerto.
Tienes un llano verde, de césped cubierto.
Es tan pura la lluvia que riega tu vientre fértil.
Que siempre está lleno de frutas silvestres.
Y cojo el capullo que brota en tu flor.
De rosa marfil, un bello color.
Tan tierna, lozana y de aroma sutil.
De rosa marfil, un bello color.
Tan tierna, lozana y de aroma sutil.
Bien alto, te elevas tal si fueras ave.
Que orgullosa vuela y enseña su valle.
Bajo las estrellas de luz titilante.
Mientras el agua pura fluye cristalina.
Desde la misma fuente que son tus colinas.
Muy lenta y paciente se escurre sinuoso un estero.
Hacia un río amplio de inquieto torrente.
Y ya no se alcanza a contener y se rebasa en su cauce.
Volcándose en tu suave y juvenil cuerpo.
Entonces me aletargo y caigo en tu encantamiento.
Eres manantial y tus besos gotas.
Y yo tan sediento como un animal en pleno desierto.
Tu frondoso bosque que oculta tu huerto.
Con jugosa fruta, carnosa y silvestre.
Siempre está repleto como a mí me gusta.
En él yo disfruto, con él me deleito.
Y calma mi sed si en él me alimento.
Insaciablemente disfruta mi boca.
De tu boca fresca, dulce y deliciosa.
Abres mi apetito muchachita hermosa.
Es como un delirio al que soy adicto.
Y en tus inquietantes y deseados laberintos.
Mientras me seduces, yo me voy perdiendo.
De nuevo te elevas hacia el infinito.
Y acabo cediendo, las perlas que tengo.
Pierdo mis sentidos, ya no tengo aliento…
En un torbellino te vienes sonriendo.
Tu aspecto es divino: paraíso eterno.
Traes las estrellas envueltas en cielo.
Y adornas la noche, todo es tan perfecto.
La hermosa luna llena dibuja tus ojos.
Dando pinceladas a tu bello rostro.
Tu rubor se enciende como madrugada.
Es maravilloso, quemas con tus llamas…
…En este instante mágico y sublime.
Extiende tus alas y vuela nuevamente.
En un inmenso vuelo que cruce el universo.
Más allá del tiempo, más allá del cielo.
Y en mi pecho abierto déjame tus sueños.
Para yo soñarlos cuando esté durmiendo.
Antes que te vayas.
Antes, dame un beso.
Dame un beso tierno.
Un inolvidable beso que guarde este momento.
Para atesorarlo entre mis recuerdos.
Y dure por siempre hasta el fin del tiempo…