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miércoles, 11 de febrero de 2015

Trino de Alondras

La suave brisa del atardecer
desordena su cabello,
mientras el tren se aleja lentamente
desde la vieja estación del pueblo.

Ella lo mira con ternura y agita un pañuelo
en señal de despedida.

En lo alto, el elegante vuelo de las alondras
es una danza palpitante
decorando a un nuboso cielo gris,
presagio de un desolado corazón.

Cuando los oxidados rieles han quedado al descubierto
y ya el tren es un minúsculo punto en el horizonte,
un sollozo silencioso le oprime el pecho
hasta dejarlo sin aliento.

El diáfano trinar de las alondras
al emigrar, lo conmueve…

Un llanto incontenible hace estallar sus ojos
en infinitas lagrimas…
él la amaba…la ama tanto y…nunca se lo dijo
(ella sólo esperaba un “¡¡ quédate !!”)