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sábado, 9 de diciembre de 2017

Como Perro y Gato

Dicen los que saben, que el amor
--y en general los sentimientos--
no se encuentra en el corazón,
sino en el cerebro.
Pues, éste es en realidad quién se enamora.
Pero en mi caso, me pasa que cuando te veo,
todas mis células esculpen tu imagen
y mis ojos se llenan de ti.
Mi cerebro se embota
y se pone como tonto,
no reacciona adecuadamente.
Se comporta parecido a un tímido gatito
remolón, somnoliento, aturdido
que se queda tumbado flácidamente en un rincón.
En cambio, mi corazón se pone como loco,
comienza saltar, latir a mil por hora, se perturba.
Es como un perro que hace tiempo no ve a su ama
y corre, mueve la cola, gira alrededor,
da vueltas cuan remolino de pelos,
se para en dos patitas, da saltitos, ladra,
gimotea, se revuelca, saca la lengua, babea…
qué se yo, todo eso que hacen los perros juguetones
para llamar la atención.
Puede que el amor esté en el cerebro,
pero mi corazón no lo sabe…

(Quizás, algún día me atreva a decirte lo que siento,
por ahora, seguirás en el mundo de mis sueños…)