No me digas que me amas
porque sé que eso no es cierto,
aunque yo sigo tu sombra
como sigue un perro a un hueso.
Más me vale cerciorarme
de que esto está correcto:
tú me das lo que yo pago
por tus besos y tu tiempo.
Pero, algo está fallando…
¿por qué siento esto en el pecho?
¡¿acaso me estoy enamorando
de alguien que vende su cuerpo?!.